domingo, 17 de febrero de 2013

EL JARDIN BOTANICO: SALVARLO DEBE SER UNA MISION NACIONAL

 
 
 
Para los caraqueños de mi generación,  el  Jardín Botánico de la UCV fue en una época un hito a la vera de la autopista que se mostraba con orgullo a visitantes extranjeros. De alguna manera marcaba la transición de la Caracas "dura y vieja", a una ciudad arquitectónicamente más moderna y atractiva.  No había que pensarlo dos veces para pasear por el Jardín Botánico, pasarse un día en armonía con la naturaleza, porque a nadie se le ocurría pensar que fuera inseguro. Siempre fue un  oasis de paz y amable.
Como tantas otras cosas en nuestra ciudad, también el Jardín Botánico ha caído víctima de la confrontación, intolerancia y deshumanización. Sólo con enormes sacrificios y espíritu de servicio casi monacal, pueden sus gerentes a duras penas mantenerlo.
 
 
En reciente entrevista (La Huella Verde, Radio Capital 710 AM) el presidente de la Fundación Instituto Botánico de Venezuela, Arq. Mario Gabaldón, nos comenta  que el instituto que dirige, formado por el Ministerio del Ambiente, Inparques, el Fonacit y la Universidad Central de Venezuela, es creado para garantizar el cuido, protección y mantenimiento del Jardín Botánico de la UCV, el cual alberga también los importantísimos Herbario Nacional de Venezuela y la Biblioteca Henri Pittier, de referencia obligada para investigadores, científicos y estudiantes.
El Jardín Botánico, de 70 hectáreas de extensión, fue fundado en 1945, el primero constituido en el país y bajo la dirección del famosísimo Dr. Tobías Lasser.  Fue componente integral del proyecto de la Ciudad Universitaria de Caracas, del legendario  Carlos Raúl Villanueva, gloria de la arquitectura nacional,  en terrenos que fueron de la antigua hacienda Ibarra. En  1958 abre al público.
 
 
Para orgullo nuestro, desde el año 2000 la Ciudad Universitaria junto con su Jardín Botánico, el cual fue expresamente incluido, forman parte del Estatuto de Patrimonio Mundial Cultural de la Humanidad declarado por la UNESCO.
Mario Gabaldón nos comentó varios programas que vienen desarrollando para generar recursos que les permita mantener esta joya capitalina. Uno de ellos es permitir la "adopción" de algunos sectores del jardín por empresas privadas de alta responsabilidad ambiental y preocupadas por su preservación. Otro, la venta de la extensa colección de hermosas bromelias que posee.
Pero más allá de lo que los gerentes del Jardín Botánico puedan hacer para tratar de mantenerlo, garantizar su conservación debe ser una misión nacional. Futuras generaciones de caraqueños nos condenarán por no haberlo intentado....o bendecirán por legarles tan extraordinario patrimonio.
 
 
 
 



 



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