domingo, 28 de agosto de 2011

SABAS NIEVES: UN REFUGIO DE PAZ...TODAVIA!

Confiadas se acercan a comer de la mano porque no se sienten
amenazadas


Se me ocurre que son pocas las cosas que hoy día nos unen a todos los caraqueños: la Vino Tinto, la música, la pasión por el béisbol y...nuestra admiración y vinculación con El Avila, esa eterna presencia en nuestras vidas que nos recuerda de manera perenne dónde queda el norte. Por supuesto que la gran mayoría de caraqueños no han subido al Avila y probablemente nunca lo haga. Sin embargo, me atrevería a apostar que aún aquellos que no lo han experimentado sienten un profundo afecto por ese ícono caraqueño, inspiración de pintores, poetas y músicos. Algunas amigos que se han reubicado en el exterior nos confiesan apesadumbrados que lo que más extrañan es el maravilloso Avila. Con alarma leímos hace unos meses que querían subir la cota protectora, lo cual permitiría construcciones por encima de los límites existentes hoy día.
Uno de los paseos más extraordinarios en nuestra capital es la subida a Sabas Nieves, puesto de guardaparques sobre la cota 1.300 mts. Cientos de personas suben cada fin de semana, la mayoría jóvenes. Pero se ven casos admirables: una abuelita octogenaria subiendo con la ayuda de su nieta, dando maravilloso ejemplo. Padres y madres que suben con sus bebés a cuesta. Jóvenes que ascienden y bajan corriendo, en alarde de maravillosas condiciones físicas.
Allí no hay etiquetas de ningún tipo: todos se confunden en su afán, más o menos esforzado, por llegar por lo menos a Sabas Nieves, uno de los pocos  refugios que se pueden disfrutar en paz y seguridad.  Hasta las guacharacas y querrequerres, seguras de que no corren peligro, se acercan confiados a comer de la mano de quien se complace en  alimentarlos.
Estos pocos espacios de solaz y contacto con lo natural deben ser preservados a toda costa.

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