viernes, 8 de julio de 2011

HNO. GINES - 1912 - 2011 TESTIMONIO DE ADMIRACIÓN Y AFECTO

Hoy fue el sepelio de nuestro admirado y siempre recordado Hno. Ginés. Para todos los lasallistas fue una figura fulgurante, un ícono de científico-humanista-religioso, difícil de categorizar en un solo nicho,  y un factor importantísimo en nuestra formación como amantes de la naturaleza. Recuerdo que ya a principios de la década de los 50 inspiraba una mezcla de admiración y respeto, aún cuando su obra apenas comenzaba a desarrollarse. Ya desde los primeros años de primaria, en La Salle de Tienda Honda, los cuentos sobre las expediciones del Hno. Ginés capturaron mi imaginación y me llevaron a hacerme miembro,  a esa muy temprana edad, de la Sociedad de Ciencias Naturales La Salle, la idea seminal del Hno. Ginés. Recibía y leía con fruición las publicaciones (semestrales, trimestrales?) de la Sociedad en las que se reportaban las actividades científicas  de la institución. Más adelante, recuerdo haberle acompañado a él y al extraordinario  Prof. de Biología José Abel Montilla, a algunas actividades de recolección de especies al Parque Henri Pittier. A lo largo de bachillerato, en La Salle La Colina, no era raro que Ginés asumiera la ausencia temporal del profesor de biología con absoluta naturalidad, en demostración de su maestría sobre la materia.Durante nuestra formación en La Salle desde primer grado hasta quinto de bachillerato, tuvimos el privilegio de tener extraordinarios maestros y profesores entre los hermanos lasallistas (Benito, Diego, Francisco,Agustín,  Gerásimo, entre otros) y también seglares (Mulet, Rodríguez, Pons, Montilla) la mayoría llegados a estas tierras procedentes de una España devastada y empobrecida después de su terrible guerra civil y la II Guerra Mundial que tanto afectó a Europa. Pero Ginés siempre fue una figura descollante y un poco autónoma. En una oportunidad, hará unos 20 años, le manisfesté lo mucho que lo había admirado cuando estudiante lasallista. Creo que, restándole importancia,  lo asumió como un halago más de tantos que recibió en vida. Ojalá que en nuestro país hubiesen hoy diez como él. Hoy, cuando ya se nos fue adelante y se encuentra en la otra orilla, quiero rendirle testimonio de admiración y afecto. Quizá su inquieto espíritu de emprendedor lo mueva ya a organizar un nuevo Campus de la Fundación La Salle, esta vez en el Paraíso Terrenal. Paz eterna a su alma.
Con mi admiración y afecto


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